Durante la Dinastia XVIII tuvo lugar la reunificación de Egipto y la expulsión definitiva del pueblo hicso. Los faraones del Imperio Nuevo ampliaron las fronteras hacia Asia  y Nubia, por lo que fueron los autores de las conquistas más significativas. A finales de la Dinastía XVIII hubo una crisis provocaba por la reforma religiosa impuesta por el rey Ajenatón, que marcó la vuelta a la tradición con Horemheb.