lunes, 2 de febrero de 2015

La ambición de los faraones, reyes-dioses que esperaban continuar reinando en el cielo tras la muerte, alcanzó el cenit en la dinastía IV, cuando keops ordenó la construcción de la Gran Pirámide de Giza cerca de menfis, para que albergara sus restos momificados. Basada en un modelo desarrollado durante la dinastía III, estaba formada por 2.300.000 enormes bloques de piedra, colocados por miles de obreros a lo largo de dos décadas.
Según reza un texto sagrado, la importante Pirámide permitió al espíritu del difunto faraón "ascender al cielo como el ojo de Ra"   

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